Existen muchos rasgos que marcan lo más o menos interesante que nos resulta una persona. Factores que hacen que, por ejemplo, recordemos con mayor facilidad a aquellas personas que nos han impactado agradablemente, retengamos sus nombre o las percibamos de una manera más positiva. Y uno de esos factores, uno de los principales, es la sonrisa. Sin duda, recordamos, retenemos y percibimos de un mejor modo a aquellas personas que sonríen.
Un ejemplo de ello lo encontramos en una investigación del año realizada por los profesores Takashi Tsukiura y Roberto Cabeza a través de resonancias magnéticas. Mediante la sucesión de imágenes de rostros y nombres descubrieron que los nombres de las personas que aparecían sonriendo eran recordados con mayor facilidad que los de las personas que mostraban un rostro serio. La resonancia mostraba una mayor actividad cerebral en la corteza orbitofrontal, relacionada con la gratificación, y en el hipocampo, relacionado con la memoria, en las imágenes de gente sonriendo, lo cual facilitaba el aprendizaje y el recuerdo.
Este mayor recuerdo ante estímulos positivos va más allá de las caras y está demostrado que el ser humano aprende con mayor rapidez y recuerda con más facilidad cuando el proceso se relaciona a una recompensa positiva. Además, este mecanismo nos llevará a buscar en un futuro aquello que nos resulte gratificante. Y, una sonrisa, desde luego, lo es. Esa sonrisa no solo hace que un nombre sea más fácil de recordar sino también provoca la sensación de que la persona que la luce es agradable, honesta e incluso atractiva. Así que, si queremos que nos recuerden, aprecien y valoren positivamente ¡es hora de empezar a sonreír!.