Todos conocemos la importancia que el lenguaje corporal tiene en nuestra relación con los demás. Nuestro aspecto, nuestros gestos, nuestras posturas son baremos visuales fundamentales que sirven a nuestros interlocutores a la hora de percibirnos y hacerse una idea sobre nosotros. Entre estos factores, uno de los más importantes es, sin duda, la sonrisa.
Las sonrisas son indicadores universales de nuestro estado de ánimo, nuestro carácter y del tipo de persona que somos.
Por ello, así como una sonrisa bonita habla bien de nosotros, abre puertas y sirve para encandilar a los demás, una sonrisa descuidada causa exactamente el efecto contrario. Nos gusta ver los dientes de los demás, por lo que sonreír se antoja casi como una obligación para demostrar nuestro estado de ánimo y de salud.
Unos dientes poco sanos o poco cuidados pueden ser causa de rechazo, de un impacto negativo e, incluso, provocarnos una baja autoestima al comprobar el efecto que causan.
Todo ello nos lleva la idea principal: debemos cuidar nuestra boca y nuestra sonrisa ya no solo por salud e higiene sino también por lo que supone a nivel social y mental. Nuestra sonrisa es nuestra tarjeta de presentación, una tarjeta que si luce pulcra y brillante nos puede facilitar mucho la vida, dotarnos de mayor confianza y conseguir que los demás nos perciban de forma positiva.
